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Desde que se compró el local, cuando la sociedad dejó de ser solamente una sociedad deportiva, el número de socios se ha fijado en base a la capacidad del local para dar servicio a éstos, y una vez que las ampliaciones de las dos últimas décadas han llevado a la sociedad a ocupar la totalidad de la bodega de la casa, Aitz-Zorrotz cuenta hoy en día con 130 socios de número, y casi un total de 30 socios de letra

Cuando se fundó la sociedad eran 70 los socios que comenzaron su andadura, y en libro de cuentas de 1935 consta un primer ingreso por cuotas en el mes de abril de 49 pesetas, cifra que aumentó en los meses posteriores. No todos los socios eran de Beasain, puesto que históricamente han sido socios de Aitz-Zorrotz varios vecinos de pueblos colindantes desde el origen de la misma, y para muestra decir que en enero de 1953 como mínimo había cuatro socios de Lazkao, doce de Ormaiztegi y otros cuatro de Idiazabal, según el cobro de las cuotas correspondientes al año 1952. En algunos casos se recoge el nombre del socio nuevo, como es el caso de Pablo Lasa, vecino de Ormaiztegi, que se hace socio en octubre de 1950. Y tal es el punto de implicación en la sociedad de vecinos de otras villas, que según el acta de 10 de septiembre de 1953 en la junta directiva había dos miembros de Idiazabal, uno de ellos, un tal Rubio (no especifica el nombre).

Como en origen Aitz-Zorrotz era una sociedad deportiva sólo había dos clases de socios: los honorarios, los que merecieran ese título por sus méritos y beneficios a la sociedad, y los de número, “los que ingresen y paguen la cuota reglamentaria”. En 1946 la cuota era de dos pesetas mensuales. Los estatutos de ese mismo año especifican que los mayores de 15 años debían presentar la autorización expresa de los padres o tutores para ser socios, por lo que esa parece ser la edad mínima para ingresar en la sociedad.

Recuerda Anselmo Ruiz que en el Bar Aguirre las cuotas las cobraba un cobrador, y que cuando se abrió el local tenían los socios unas cartillas que marcaban según los meses que pagaban, y las entregaban en el buzón para tal efecto. Sin embargo, la figura del cobrador siguió en activo unos cuantos años más posteriormente a la apertura del local social. En agosto de 1961 recordaba la junta directiva a los asociados que debiesen más de cinco cuotas que serían despedidos en caso de no pagar en un plazo de 15 días. Cuando el líquido de la sociedad se acercaba a cero, se hacían grandes cobros de recibos, presumiblemente atrasados, y es entonces cuando entraba en juego el cobrador, cargo que desempeñaron, según consta en los libros de cuentas, Fidel Barbolla primero, y el directivo Abraham Arrugaeta después, a cambio de un porcentaje de los cobros.

En los primeros años de la década de 1960 los socios los elegía por votación la junta directiva entre los inscritos en la lista de espera. En 1961 se acordó que la condición de socio era intransferible y se desestimó la posibilidad de que si algún socio se ausentaba de la localidad pudiera algún familiar o allegado utilizar su llave. Solo en caso del fallecimiento de un socio, según se acordó en 1968, podían sus familiares aprovechar esa condición, teniendo prioridad a la hora de cubrir la vacante, “que por derecho de herencia le corresponde”. También se acordó dar prioridad a aquellos que llevasen seis meses de socio deportivo.

En 1962, una vez se compró el local, se acordó que los socios nuevos pagasen 1.000 pesetas en concepto de entrada. En 1963 la cuota de entrada era de 1.125 pesetas (1.000 de entrada y 125 de cuota inicial), y en 1965 se pagaban al mes 30 pesetas de cuota mensual. Luego ese total de 1.125 pesetas ascendió a 1.425 pesetas por el aumento de la cuota de entrada de 1.000 a 1.300 pesetas, y en 1968 pasó a ser de 1.500 pesetas. La cuota mensual subió en 1967 a 35 pesetas.

Dicen los socios más veteranos que siempre había muy buen ambiente en la sociedad, que se solían juntar los socios a eso de las 18:00 de la tarde, que solía haber diariamente cuatro o cinco mesas jugando a las cartas y al dominó, con su botella de vino sobre la mesa y que nunca faltaban las tertulias de caza y de pesca. Con la compra y autogestión del local, los socios disfrutaban de precios reducidos en las consumiciones. “El vino se traía en pellejos y de ahí solíamos llenar unas botellas que nos dio Telleria y que una vez vaciadas había que limpiar y secar. Cuando hubo que traer whiskey como no había por aquí solíamos traerlo de Oiartzun”, comenta Pablo Muñoz. Esta es una lista de precios de enero de 1963:

Vino tinto botella grande, 7 ptas.
Vino tinto botella pequeña, 3,50 ptas
Vino blanco botella grande, 8 ptas.
Vino blanco botella pequeña, 4 ptas.
Copa Coñac, 2,50 ptas.
Copa Anís, 2,50 ptas.
Copa Ginebra, 3,50 ptas.
Café, 2,50 ptas.
Cerveza botella especial, 5 ptas.
Cerveza botella especial topolino, 3 ptas.
Oranguina, 3 ptas.
Kas, 3 ptas.
Coca-cola, 3 ptas.
Leche, 3 ptas.

Una vez comprado el local la figura de socio de la sociedad tomó otra dimensión y junto a éste también la del socio deportivo. El grueso de los socios de la sociedad eran de número, y los socios deportivos pasaron a otro plano, aun manteniendo dos puestos en la junta directiva; el 30 de octubre de 1962 entraron en la directiva por ese motivo Ramón Esnaola y Antonio Moreno. En el reglamento interno de 1963 se limitó el número de socios en 110, y en 1985 se amplió a 120 el número de socios, pudiendo aumentar o reducir esa cantidad en cinco. Desde entonces los socios están divididos en cuatro tipos:

  • Socio honorario: Quienes por haberse destacado en su filantropía o servicios a la sociedad, se hayan hecho acreedores a tal distinción, según acuerdo de la junta general.
  • Socio numerario: Los fundadores del local social, los que a fin de cubrir vacantes han sido admitidos posteriormente, y cuantos jubilados quieran seguir disfrutando de su condición de numerario.
  • Socio deportivo: Es la figura más antigua en la sociedad puesto que es anterior al local. En el reglamento interno de 1992 se dice que serán socios deportivos aquellos que no queriendo ser socios numerarios, estén afiliados a esta sociedad y satisfaga una cuota modélica fijada para ellos. Serán socios aspirantes los deportivos que quieran ser socio numerario.
  • Socios jubilados: Todos los socios de número que habiéndose jubilado por edad, a los 65 años, con 10 años de antigüedad quieran pasar a dicha clase. En 1961, aún estando prohibida la entrada a los que no fueran socios, se acordó permitir la entrada a los jubilados de Beasain, siempre que fuesen atendidos por un socio.

  • Desde que se inauguró el local social la amistad fiel, la educación y armonía han sido las primeras reglas bajo las que se gobernó, aclarando en el reglamento interno de 1963 que no estar en armonía con las reglas del honor, la educación y la delicadeza era contrario a su índole. La solidaridad entre los socios como norma de la sociedad aparece en los estatutos por primera vez en 1992, pero los socios para entonces ya habían tomado en la práctica esa norma como tal. Así quedó reflejado en la petición del socio Aristeo Ruiz en diciembre de 1961 para abrir una suscripción a favor del socio Matías Naldaiz, para lo que se abrió una lista en la tablilla de anuncios “para que se apunte el que quiera cooperar”. Tres meses después la directiva mostró en acta su sentimiento con motivo del fallecimiento de dicho socio.

    Al igual que el cobrador, otra figura que ha desaparecido de la sociedad es la del conserje. En los estatutos de 1961 se especifica cuál era su labor. Designado por la directiva, era el encargado de limpiar la cristalería (único servicio del que estaba exento el socio) y de limpiar y tener dispuesto el local a las 6 y media de la tarde los días laborables y a las 10 y media de la mañana los festivos. Era el encargado de tener dispuestos los productos de condimentación (aceite, sal, etc.), y los fuegos (a las 6 y media de la tarde en invierno y a las 8 en verano), y debía de dar parte a la directiva de las existencias de combustible de la cocina y de calefacción, “con la debida antelación para que se pueda hacer acopio del mismo”.

    Los días laborables el conserje debía estar en servicio hasta las 10 y media de la noche, y cobraba por ello 500 pesetas mensuales. Cualquier trabajo que se le encomendase por parte de un socio y que no se encontrase entre sus obligaciones, era gratificado y solo especificaban algunas cantidades: 2 pesetas por comensal por atender o servir la mesa y limpieza de la cubertería; y 5 pesetas por un encargo al exterior del local. Se precisaba además que cuando un socio necesitase un producto que no se encontraba en las estanterías de la sociedad, debía comunicárselo anticipadamente al conserje, para que éste pudiese proveerlo.

    En las fiestas del Barrio Tercio Oriamendi de 1961 se gratificó al conserje por la labor ejercida durante los días 15, 16, 17 y 18 de julio, gratificación que se repitió posteriormente en año viejo por la labor efectuada por su mujer. Era conserje por aquel entonces el socio Antonio Campos. Dejó el cargo el 15 de junio de 1963 y le sustituyo al día siguiente, según consta en acta, el socio Lucio Ruiz Díez ‘Canito’ jugador de fútbol en la juventud, que era hasta entonces miembro de la junta directiva, y cuya aportación a la sociedad durante toda la vida ha sido innegable. Habiendo desaparecido la figura del conserje, Lucio siempre se mostró dispuesto a cocinar para cualquiera que fuera el socio, puesto que era muy mañoso para la cocina, buen cocinero, habilidad de la que pocos hombres gozaban en aquellos años.

    Recuerda el socio Rafael Ruiz, su primo, que había gente de fuera que venía a la sociedad por los platos de Lucio. Esa habilidad y afición le llevaron a Lucio participar muchos años en el concurso gastronómico intersociedades que se celebra en fiestas de Loinatz, siendo premiado en varias ocasiones. En reconocimiento a esa labor que ejerció hasta pocos años antes de su muerte en 2006, Aitz-Zorrotz le brindó un homenaje el 20 de septiembre de 1998 donde se le hizo entrega de una placa de agradecimiento. El 27 de enero de 2007 se le hizo un homenaje póstumo.

    En la asamblea celebrada en enero del año 2020 los socios allá reunidos por unanimidad nombraron al socio Jose Mari Telleria socio de honor de Aitz Zorrotz por su entrega para con la sociedad. En cierto momento de la asamblea se le pidió salir por otro motivo y aprovechando su ausencia se procedió a la votación. Una vez volvió al local se le informó del nombramiento, mostrando Telleria su sorpresa y agradecimiento.

    Jose Mari Telleria es socio de Aitz Zorrotz desde 1976, primero como socio federado y luego ya como socio con plenos derechos. Siempre ha estado cerca de todas las directivas ayudando en la organización de cualquier actividad. Se ha destacado además en la promoción de la caza y la pesca entre los mas jóvenes, y se ha destacado en la labor para repoblar los ríos del Goierri.

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