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El hecho de que Aitz-Zorrotz sea una sociedad de cazadores y pescadores ha hecho que, desde su fundación, una de sus principales responsabilidades y mayor preocupación sea el cuidado del medioambiente. Aitz-Zorrotz ha sido durante décadas uno de los actores más activos a la hora de vigilar la veda y de denunciar la contaminación de los ríos, y hoy en día continúa con esa labor de anillamiento de aves y de estudio de los peces. Mucho han cambiado los montes y los ríos de Beasain desde que a principio de la década de 1930 la sociedad comenzó a velar por un hábitat que con los años fue degradándose, debido sobre todo a la actividad industrial de la comarca y al cambio de sociedad rural a sociedad urbana.

La desaparición progresiva de los campos de cereal, los trigales y los maizales trajo consigo la desaparición de ciertas especies que buscaban alimento y se cobijaban en Beasain y alrededores. “Aquí se cazaba de pase, tordo y malviz, que se solían quedar por aquí, en Zunzunegi, Altamira, Olaberria, Idiazabal… Se cobijaban en los nabos”, recuerda el socio Justo Gutiérrez. Poco se ha podido hacer para combatir ese empobrecimiento, a pesar de los continuos intentos de repoblación que ha abanderado Aitz-Zorrotz en el monte. De la misma manera, la contaminación de los ríos hizo que en siglo XX desaparecieran especies tan características como los cangrejos, y ha acabado casi por completo con otra especie tan propia como es la trucha, dos especies esas dos que hace 70 años abundaban, según Anselmo Ruiz, que recuerda que él y sus primos solían coger en el río Estanda, más que en el Oria o en el Agauntza. También había mucho cangrejo en Lizarrusti, en Arbizu y en Etxarri-Aranatz, según Gutiérrez.

La conciencia ecológica en los años anteriores y posteriores a la guerra estaba unida intrínsecamente al cumplimiento de la ley como muestra el estatuto aprobado por los socios que en 1946 retomaron la actividad de la sociedad. Es verdad, sin embargo, que la sociedad Aitz-Zorrotz ha mostrado desde sus comienzos interés en repoblar y salvaguardar las especies cinegéticas y piscícolas, y así se reconoce en la crónica de El Diario Vasco de 1935, donde la directiva se comprometió a tramitar las denuncias para hacer respetar la veda y para sancionar a los infractores de la misma. Esa conciencia se vio reflejada luego, como se ha indicado anteriormente, en varios puntos del artículo 1 del estatuto de 1946:

  Fomentar con arreglo a las leyes vigentes la caza y la pesca en toda la provincia..
Defender por todos los medios legales, los derechos concedidos por las leyes, persiguiendo a los infractores de ambas.
Constituir fondos para la repoblación y concesión de premios a los denunciantes de infractores.

En el acta de la sociedad del 30 de mayo de 1948 se reconoce que “es el asunto de la repoblación de caza” uno de los que más preocupan. Esa preocupación por el medioambiente se reflejó ese mismo año en las tiradas al plato de fiestas de Beasain, cuando la sociedad destinó 20 pesetas a la limpieza del campo de tiro. Pero no solo se limitó la sociedad a limpiar las zonas donde se practicaba el tiro, sino que en 1948 una comisión nombrada por la Junta Directiva se desplazó a Legazpia, junto con delegaciones de las sociedades de Zumarraga y Legazpia, para solicitar al empresario Patricio Etxeberria conejos, liebres y perdices para repoblar los montes de la comarca. No debió ser muy fructífero el viaje puesto que según otra acta posterior de esa reunión obtuvo la sociedad “un pequeño número de conejos” y se les dio suelta “en el monte denominado Maleza en el término de Beasain, reservando una pareja para el término de Lazcano”. De cara al próximo año se acordó además intensificar las gestiones para conseguir caza para dicho fin.

No solo preocupaba la repoblación de caza en la sociedad sino que también la de pesca. Recuerda Rafael Díez que traían miles de huevecillos de Francia, por medio de un ferroviario. “Las cajas de huevos se sujetaban con alambres, y cuando no llovía se visitaban para quitarles el barro de los agujerillos de salida”, recuerda Justo Gutiérrez. No hay constancia, sin embargo, de los ríos que por aquel entonces se repoblaban, a pesar de que el 30 de enero de 1953 quedó la sociedad en enviar al Servicio Piscícola una relación de las regatas que interesaba repoblar. El 31 de marzo de 1952 acordaron los socios aceptar el ofrecimiento del Servicio Provincial de Pesca de “cierta cantidad de alevines de trucha”, y viajar hasta “Aginaga-Orio” junto con la sociedad de Ordizia para economizar gastos. El ex directivo José Sarasola ofreció su furgoneta para el viaje desinteresadamente. Esos alevines se echaron “en las tres regatas de la zona”. Cabe destacar que este viaje fue luego motivo de disputa a la hora de pagar la factura, que era de 150,50 pesetas (la mitad del gasto del viaje según las actas) para cada sociedad, y de la que la Sociedad de Caza y Pesca de Ordizia quería descontar 80 pesetas correspondientes a un servicio de taxi a Beasain, según el acta del 31 de enero de 1952, “efectuado pomposamente y sin necesidad de ello, en contraste con la austeridad sostenida por esta Junta”. No se admitió el descuento.

Sí hay constancia, sin embargo, que en octubre de 1961 la sociedad solicitó 50.000 huevecillos de trucha para repoblar la regata Arriaran, “desde su nacimiento hasta su desembocadura en el río Estanda, y el Estanda desde ese punto denominado Salbatore hasta su desembocadura en el río Oria”. En esa época Aitz-Zorrotz se adhirió a la campaña de Tolosako Arrantzaleak para evitar la pesca furtiva. Aun no siendo común, el furtivismo ha sido una práctica que ha existido siempre, tanto en pesca como en caza, y ya desde el origen de la sociedad se comprometió ésta a perseguirlo. Consta en acta como en agosto de 1961 se amonestó a un socio de Ormaiztegi por caza “irreglamentaria”, y cuatro años después Francisco Etxeberria entrego en asamblea general ordinaria a la directiva, según consta en acta, 500 pesetas para entregar al primero que denunciase al infractor que cogiese una liebre en época de veda.

La sociedad ha sido tajante con el tema del furtivismo, tanto en conductas fuera de la sociedad como dentro. En el reglamento interno de 1985 se regló que todo aquel socio que fuese sancionado por quemar ríos, pescar con malas artes, cazar y pescar en épocas de veda y coger o estropear nidos, sería a su vez dado de baja de la sociedad automáticamente. A su vez, se prohibió preparar e incluso introducir en el local social especies piscícolas (truchas, cangrejos, etc.) que no alcanzasen las dimensiones mínimas exigidas por la ley, y avisando que todo aquel que incumpliese ese artículo debía ser denunciado a la autoridad, guardándose la junta directiva la opción de castigarlo hasta con la expulsión de la sociedad en función de la importancia de la infracción.

Además de sancionar y denunciar, la sociedad también ha participado en las labores de vigilancia. A comienzos de la década de 1950 Aitz-Zorrotz compartía junto con la sociedad de Zumarraga los gastos para pagar los servicios de un guarda. Pero el 31 de marzo de 1952 se decidió renunciar a esa colaboración, “ya que los servicios de vigilancia establecidos en la zona se consideran más eficaces que la presencia del Guarda de Zumarraga y la situación económica de esta Sociedad no permite afrontar estos gastos”. No hay datos del gasto que le suponía a la sociedad el mantenimiento de un guarda, aunque en octubre de 1953 un guarda forestal de Ordizia se ofreció para vigilar la caza y la pesca “en esta zona” por un sueldo de 300 pesetas al mes.

Las funciones del guarda eran las propias, y por eso en la asamblea del 4 de julio de 1964 se quejó un socio de que el rio de Lazkao solía estar envenenado, al igual que el de Salbatore, y que se debían poner nuevos guardas. El presidente habló de la conveniencia de que poner un guarda a sueldo entre todas las sociedades. Por parte de Aitz-Zorrotz, según recuerda el socio Rafael Díez, se nombraron cuatro guardas en 1965 que eran los socios Felipe Zubia, Pedro López, Guillermo Torres y Julián Ruiz, y se les gratificó y se les aplaudió por su labor en asamblea ordinaria en agosto de 1965. “Entonces se vigilaba bastante porque había más caza y más pesca que ahora por aquí. Pedro López, que era de Larrión era el mejor pescador que había entonces por aquí”, dice el socio Pablo Muñoz, que recuerda como una vez siendo el presidente compraron entre 230 y 250 truchas en Latasa y entre él, Primi, Goyo, Morales y otros las echaron al río entre el caserío Amebi y el barrio de San Martin de Ataun.

Además de vigilar a los furtivos, Aitz-Zorrotz ha trabajado mucho para denunciar los vertidos a los ríos que tan frecuentes eran antes. “Me acuerdo que siendo yo chaval, por 1944, echaron un vertido de lejía en Zegama e hicieron una carnicería en el Oria, con un montón de truchas y barbos muertos”, dice Justo Gutiérrez. La sociedad cuando actuaba cogía muestras de los ríos y se hacía una inspección, que la hacía ICONA. “Se trabajo mucho y hacía falta tener valor, porque igual el que denunciaba podía acabar mal parado”.

El objetivo de construir una piscifactoría ha sido una constante en la sociedad desde 1935 cuando según el artículo de El Diario Vasco se acordó gestionar la construcción de un depósito para los alevines de truchas con el fin de que en la época adecuada se pudieran poblar los ríos. No habiendo sido llevado a cabo el proyecto, en 1964 resurgió la idea de pedir al Servicio Piscícola la creación de una piscifactoría en los depósitos de agua de la CAF en Zaldibia. Años después, la sociedad por medio de José Mari Telleria estuvo estudiando el entorno de la iglesia de San Martin de Loinatz con ese mismo objetivo.

Sin embargo, ese objetivo ha pasado a ser un sueño incumplido, puesto que ni el Servicio Piscícola antes, ni la Diputación después dieron permiso para su construcción. Hoy en día en Gipuzkoa existen dos piscifactorías, una de truchas en Tolosa y otra de salmones en Irun, y no hay visos de que puedan construir más, puesto que de esa manera la Diputación controla mejor la labor de repoblación. “En el tema de la repoblación no se le coge al toro por los cuernos y así están los ríos como están. En Ataun estuvimos pensando en quitar los huevos a las truchas y juntarlos en otro lugar hasta que los alevines naciesen, para devolverlos luego al río, pero hay muchos proyectos y luego se hace poco para que esos proyectos salgan adelante”.

El río Oria ha sido históricamente uno de los más perjudicados por la actividad industrial de Gipuzkoa y su cuenca es la que en peor estado está después de la del Deba. Como otros ríos de la provincia, sin embargo, la calidad de las aguas está mejorando paulatinamente, y gracias a eso hoy en día además de patos se pueden ver otras especies en aguas del río Oria a su paso por Beasain. Las loinas, los escalos y los barbos pequeños entraron en Beasain cuando se colocaron los colectores en el río, y hoy en día la población de estas especies es muy amplia, sobre todo la del barbo. Esto ha sucedido en la mayoría de los ríos de Gipuzkoa y el barbo ha llegado a colonizar ríos en los que antes no existía.

Sin embargo, falta mucho todavía para que la trucha haga acto de presencia en el Oria en Beasain, si es que algún día lo hace. Desgraciadamente hay que subrayar que el peor tramo del río Oria desde su nacedero hasta su desembocadura es el tramo de Beasain, puesto que antes de llegar a Beasain y después de salir de Beasain hay trucha. Además de ser la especie pescable más importante y valorada en Gipuzkoa, la trucha común es una especie muy exigente que requiere que los ríos en los que vive se encuentren en buenas condiciones, con aguas de calidad y suficiente cantidad. La Diputación ha constatado que la población de truchas está disminuyendo en todo Gipuzkoa, y que los tres últimos años el nivel de las larvas y de los alevines es muy bajo.

Según el socio José Mari Telleria, que lleva más de veinte años estudiando los ríos de Beasain y de Goierri y controlando las especies como delegado de pesca de la sociedad, el próximo año la situación será peor y la trucha en la práctica desaparecerá de muchos otros ríos: “Sucede que junto con la recuperación del agua en ríos antes degradados, hay ríos que antes estaban en perfecto estado pero que ahora están empeorando, se están calentando y se están contaminando. Hasta ahora no ha faltado trucha en ríos como el Agauntza en Ataun, pero este año los indicadores ya demuestran que las truchas no han criado, y con este ya van tres años. Hace cuatro años en 100 metros de río sacamos 1.200 alevines, pero hace tres el número bajo a 200. El estado de la trucha empeora año tras año. Es una situación que se está repitiendo en todo Gipuzkoa, y la falta de alevines tendrá como consecuencia que el próximo año no haya trucha en el río”. .

La falta de agua y el calentamiento de los ríos parecen ser las principales causas del descenso de la población de la trucha, junto con la urbanización cada vez mayor de los entornos y las mini centrales eléctricas. El invierno y la primavera son más secos que antes y eso ha hecho que descienda el caudal del agua; esa falta de caudal se ha incrementado con la puesta en marcha de un buen número de mini centrales que han alterado las condiciones de los ríos y tramos salmonícolas, en especial reduciendo la cantidad de agua en muchos tramos. Además, hay especies que no están capacitadas para reproducirse a ciertas temperaturas.

Afirma Telleria que el descenso de alevines que se ha registrado estos últimos tres años es una muy mala señal, y recuerda cómo subían antes las truchas en Matxinbenta río arriba, “como si fueran salmones”, cuando se construyó la presa Ibai-Eder. Son imágenes que pueden desaparecer si la situación no cambia, y con la trucha desaparecerán también las imágenes de los pescadores en el río. La Diputación realiza un seguimiento de la población de truchas desde 1994 y a pesar de que algún año bueno que otro hay, la tendencia es a la baja. Esa situación ha llevado en Navarra a tomar decisiones drásticas como la prohibición de pescar trucha común en la Región Salmonícola Superior, es decir, en todas las cuencas del norte de la comunidad foral.

Ante esta situación, la Diputación aboga por la pesca sin muerte, sobre todo para poder recuperar a la trucha común y otras especies características de los ríos de Gipuzkoa. Y es que todo el trabajo de repoblación que se ha hecho hasta ahora ha sido un fracaso, puesto que la trucha arco iris que se traía de Francia ha desplazado a la trucha común y en nada ha ayudado a incrementar la población, puesto que sirve para reproducirse aquí. Se introdujo esa especie foránea pensando en que de esa manera se aliviaría la presión sobre la trucha común dándoles a los pescadores más pesca y en más tramos, pero el efecto fue el contrario. “Nosotros recogíamos los alevines en el Paseo Nuevo de Donostia y los soltábamos en el río pensando que hacíamos bien, pero no era así, porque ese alevín luego no criaba, y lo que hacía era desplazar a la trucha de aquí, que es la se reproduce”, dice Telleria. Con todo ello, en Tolosa, por ejemplo, después de mucho trabajo de repoblación se dieron cuenta cuando bajo el número de truchas que apenas había trucha común.

Telleria lleva mucho tiempo repoblando los ríos de Goierri, sobre todo el Agauntza y el de Zaldibia, pero en estos momentos toda esa labor está parada en vista de que la trucha común se pueda reproducir. “Nunca hemos conocido una época tan mala para la trucha”, dice Telleria. Por eso es este momento especialmente delicado, porque si no se reproduce la trucha ahora, puede que en el futuro ya no lo pueda hacer, ya que la repoblación de los ríos con trucha común necesitaría de un gran presupuesto que en estos momentos se hace inviable. Aitz-Zorrotz está participando en las reuniones que se están haciendo junto con la Diputación y la Federación de Pesca para buscar una solución a este problema, y aunque parece difícil Telleria insiste en que hay que hacer algo, cuanto antes mejor: “Los ríos están muy mal”.

La Diputación cada vez apuesta más por los tramos de pesca sin muerte, por los cotos intensivos y por los tramos vedados, y Aitz-Zorrotz trabaja para mentalizar a los pescadores de los beneficios de esta modalidad. “La gente ya se está mentalizando”, confirma Telleria. Y es que el desarrollo de las técnicas y materiales de pesca contribuyen a que las truchas piquen más, puesto que la caña apenas saca ruido cuando entra al agua. En colaboración con la apuesta de la Diputación, dos de los ocho cotos que hay en Gipuzkoa los gestiona Aitz-Zorrotz. Son los pantanos de Arriaran y de Lareo, de los que la sociedad es la encargada junto con la Diputación de dar los pases para pescar (15 para Lareo y 25 para Arriaran) y de vigilar.

La sociedad hoy en día no cuenta con guardas propios y la junta de Aitz-Zorrotz poco puede hacer si es que se está cometiendo alguna infracción, pero sí que puede llamar al guarda. “Normalmente siempre echamos a los embalses truchas que están por encima de la medida pero siempre hay alguien que se quiere llevar a casa lo que no se puede”, explica José Mari Telleria. A su vez, al comienzo y al final de cada temporada Aitz-Zorrotz limpia la orilla de los embalses que gestiona, aunque el comportamiento de los pescadores normalmente suele ser correcto.

La tarea de repoblar los ríos es complicada una vez que el equilibrio medioambiental se ha roto. Ejemplo de esto es que especies protegidas como lo son el cormorán y la garza, ejercen sobre la trucha un gran perjuicio, puesto que desde la orilla del río dan al traste con las labores de repoblación comiéndose las huevas que se colocan. Las medidas proteccionistas han hecho que estas dos especies de aves estén llegando a Goierri por el Oria río arriba, y en vista de cómo actúan en el río Leitzaran llegadas desde Lasarte, se está estudiando solicitar un permiso para cazar algunos ejemplares de cormorán, puesto que la garza está protegida a nivel europeo.

Algo parecido sucede en el monte con el zorro. Su número ha aumentado tanto que perjudica las labores de repoblación de otras especies. En la zona de Usurbe colocó la sociedad hace poco tiempo una especie de gallineros para la cría del faisán, con redes y baterías eléctricas para su protección. Durante días soltó unos veinte faisanes al día, hasta llegar a soltar 2.000. Sin embargo, la actividad del zorro en la zona hizo que todo el esfuerzo fuera baldío. Sólo en uno de los dos montes donde se colocaron lazos para capturar al zorro, en un día quedaron atrapados catorce depredadores. Finalmente en vista de que sólo unos pocos ejemplares de faisán habían sobrevivido al zorro, a la humedad y a la falta de alimento, la sociedad decidió intentar repoblar el monte con la liebre y después de un tiempo se ha obtenido el éxito que se esperaba.

Con ayuda de la Diputación, Aitz-Zorrotz repobló Aralar con liebres hace algún tiempo y ahora es el día en el que se empieza a ver en el monte y se puede cazar tal y como se hizo hasta la década de 1970, antes de que casi desapareciese, aún no llegando a niveles anteriores. Recuerda Justo Gutiérrez que había en el pueblo tres cuadrillas que cazaban liebres, y que las hubo hasta donde hoy en día está Alkartasuna Lizeoa. No es Goierri una zona de gran caza hoy en día, y al igual que la pesca no atraviesa por un buen momento, tampoco lo hace la caza. La paloma ya no pasa como lo hacía antaño y menos aún para quedarse, como sucedía antes cuando se podía cazar bien paloma en el barrio de Erauskin, en Arteta. Tampoco lo hace la becada. Dice Telleria que la proliferación de edificaciones y de cables de tensión en el monte es la que ahuyenta a estas especies. Sin embargo, esas dos aves siguen siendo las preferidas por los cazadores beasaindarras y goierritarras, a pesar de que son pocos los días de buen pase, dependiendo del viento.

Lo que sí que hay y en abundancia es jabalí, una especie de la que antes no se tenía conocimiento, no al menos en la cantidad que se sabe que hay ahora. La zona de Murumendi en su parte de Matxinbenta es una de las más propicias para la caza de estas especies en Beasain, además del corzo, que ha empezado a abundar y se ha comenzado a cazar ahora, también en la zona de Beasainmendi. Con mayor número de unas especies que de otras, en cualquier caso, el necesario equilibrio entre las especies será el que determine el futuro de la caza, al igual que el de la pesca, y esto hace que Aitz-Zorrotz deba continuar como hasta ahora con su labor de protección, vigilancia y apoyo para el mantenimiento de estas especies y sus hábitats.

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